martes, 5 de diciembre de 2017

EL ´76


Era Navidad. Esa mañana avisaron que  la dejarían en libertad. 

Esperamos en silencio.

Desde la madrugada en que una bayoneta rasgó la puerta, nos acostumbramos a cuchichear como las hormigas, y a  que el silencio  fuera una pesada niebla en nuestras vidas.

Después, oímos los partes de ignominia. Una voz avisó: «Devoto».

Nos sostuvo el dolor de poder poner los labios sobre un rectángulo de piel enmarcado por barrotes.

Otros, no estaban.

Llegó enferma.

La abrazamos con la alegría ensangrentada como los nudillos del hermano que, borracho, golpeaba la pared de la impotencia repitiendo: «¡Hay que sacarla!»